Históricamente, las labores artesanales procedentes de este pueblo han quedado definidas por la multitud de profesionales dedicados al trabajo del esparto, técnica artesanal que supone el secado de la planta para posteriormente realizarse trabajos de trenzado con la ayuda de una aguja de gran tamaño. A él se unen las labores realizadas con la caña, elaborando con ella todo tipo de artículos de cestería, que tienen un claro sabor a antiguo, a artesanal. Además de estos trabajos, encontramos diversas labores propias de las curtidurías, relacionadas con el trabajo con las pieles de animales.

Con el paso de los años, y como suele ser una constante cuando se habla de artesanía, estas tareas se han perdido, con lo que se ha dejado de lado una de las muestras más características del arte popular, que se mostraba tanto en útiles de uso cotidiano y doméstico, como en otros de sentido más específico. Con su abandono, han dado paso a labores más provechosas económicamente para aquellos que la practicaban, o bien han sido olvidadas ante la falta de demanda, por lo que su supervivencia actual, responde más a un sentido decorativo, antropológico, de recuerdo de antiguas técnicas, que al propio sentido de utilidad con el que nacieron, con algunas excepciones.

En la actualidad, la principal tarea artesana que se desarrolla es la del guarnicionero-talabartero. Pese a contar con gran aceptación popular, dada la pasión por el mundo del caballo en nuestra provincia, algo que también se muestra en Villarrasa, tanto por la peregrinación al Rocío, como por la romería local, son pocos los vecinos que tienen dedicación exclusiva a esta actividad.

Así, se confecciona una variada línea de productos de pura artesanía trabajados en cuero que abarcan desde complementos para señora y caballero, hasta artículos típicos de nuestras romerías como zahones, botos, polainas, arreos y monturas fabricados al más puro estilo artesanal.

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